ANÁLISIS
DE ESTUDIO EN ESCARLATA DE SIR ARTHUR
CONAN DOYLE
Estos
son los pasos que siguió Sherlock Holmes, detective privado, dotado de una
notable agudeza mental, para desentrañar
el crimen, en apariencia misterioso y sin ninguna pista para su esclarecimiento, ocurrido en
una casa abandonada, la casa número 3 de
la calle de los Jardines de Lauriston.
Después
de una labor de convencimiento por parte de Watson, Holmes ocurre al lugar de los hechos a pedido expreso
del detective Tobías Gregson, quien pertenece a la policía de Scotland Yard, al
igual que Lestrade, quien con anterioridad había acudido en busca de ayuda con
Holmes para exponerle algún caso que investigaba.
Quiero
hacer notar el seguimiento que da Holmes a la investigación, pues aplica lo que
se conoce en el campo de la Criminalística como las técnicas metodológicas para
la observación y registro del lugar de los hechos, así como de inducciones y
deducciones propias de una investigación científica, mismas que en ningún momento observaron los detectives
de Scotland Yard. Veamos:
Al enterarse de los hechos acaecidos, no sentó
teorías, pues como bien expone, no disponía de suficientes datos y al carecer
de ellos su juicio podría verse sesgado en determinado sentido.
A diferencia de la policía de Scotland
Yard, se detuvo un centenar de yardas
antes de llegar a la casa y terminó,
junto a Watson, su viaje a pie, observando que el suelo de arcilla y grava de
la calle se había convertido en un auténtico barrio de pisadas por la lluvia
del día anterior y por el ir y venir de la policía que ya se encontraba en el
lugar, es decir, no hubo una protección adecuada del lugar por parte de
Scotland Yard, y mucho menos una inspección y recolección de datos, por lo que
complicaron un poco las observaciones de Holmes, sin embargo, éste pudo
(gracias a su habilidad observadora, al uso de conocimientos previos, o como él
dice, el arte de la interpretación y observación de huellas, y un uso contundente de la lógica) determinar que había huellas dejadas en el piso, tanto por un
carruaje que determina como tipo de
alquiler (por el tipo de impresión dejada en la arcilla por las ruedas del
coche), como de un caballo, que tenía
tres herraduras viejas y una nueva (situación que deduce porque tres de las
impresiones de las patas tienen bordes poco marcados y una de ellas, la de la
pata delantera derecha, es muy fuerte en
comparación con las otras) , y de las pisadas de varios hombres, destacando las
de dos personas que eran diferentes a la de los policías que investigaban el
lugar de los hechos, situación que
observó de tal manera que pudo determinar el tipo de bota que usaban dos
personas que habían estado presentes en la noche que ocurrieron los hechos, así
como los movimientos que realizaron dichas personas, una de botas de charol y
otra de botas de puntas cuadradas, como por ejemplo, decir que la persona de
botas de charol bordeo un charco que se encontraba en el jardín, mientras que la persona de botas de
punta cuadrada de una zancada pudo librar el charco, deduciendo de esto la
estatura de ese individuo y hasta su posible edad, pues al ofrecer más adelante
la explicación de esas conjeturas a James Watson, le menciona que un individuo
de esa estatura, aproximadamente seis pies de alto, no daría esas zancadas si
estuviera en una edad madura. Es decir,
además de proteger el lugar, realmente realizó una inspección ocular no solo de
la escena del crimen, sino de los alrededores, y esto trajo como consecuencia
la elaboración de premisas y silogismos que conforme avance la investigación reforzarán la teoría que ya
se ha formado Sherlock Holmes. Y mientras esto sucedía en la cabeza del
detective privado, los detectives de Scotland Yard ni siquiera tuvieron cuidado
de preservar la escena del crimen, pues,
como menciona Gregson “tuvieron tanto que hacer en el interior de la casa que
le confió a Lestrade que cuidara ese detalle”, y hasta cierto punto, al
hacerles notar Sherlock Holmes esta falta de cuidado, se molestan y no le da la
más mínima importancia, ciñéndose su
inspección solamente a la casa, y de ésta, sólo a la habitación en que hallaron
el cadáver de Enoch J Drebber.
Al
entrar y ver el cadáver de Enoch J.
Drebber (de quien sabían el nombre por
habérsele encontrado tarjetas de presentación con ese nombre, señalando que era
procedente de Cleveland, Ohio, en Estados Unidos de América), presta mucha atención a los detalles que de él
puede obtener, tales como la postura retorcida y forzada, el rictus mortis o
expresión de horror, hasta de odio que tenía en su cara, la vestimenta,
especialmente las botas que coinciden con las huellas dejadas en la calle y que
él determinó como las huellas de las botas de charol, es decir, ¡tenía ante él
al dueño de dichas pisadas!, por lo que estaba comprobando su correcta
observación y deducción. Pero no se
conforma con hacer esa conjetura, pues
aún hay mucho por resolver, por lo que continúa haciendo la inspección del
cadáver, percibiendo inclusive el olor
agrio que se desprende de la boca del occiso, y que el cuerpo no presenta ningún tipo de herida, a pesar de
la sangre que se encontraba en el piso, así como las pertenencias que le son
encontradas, mismas cosas que le sugieren una hipótesis que irá
corroborando conforme se va allegando de
más elementos de convicción. A diferencia de Lestrade y Gregson recuerda y usa
información de otros casos parecidos, pues le son útiles para sentar un
precedente que le permita orientar su actuar, tales circunstancias le recuerdan
la muerte de Van Jansen, de Utretch, ocurrida en el año treinta y cuatro, mientras
que aquellos no tenían ni idea del caso. En esta inspección al cadáver, podemos darnos cuenta que
Sherlock sigue usando el método deductivo, y aún más, está ya confirmando
algunas de sus observaciones anteriores.
En tanto que Scotland Yard ni siquiera está tomando como fuente para
realizar sus pesquisas los casos de
crímenes sonados, y que constan en los anales criminales de la policía.
Al mover el cadáver, cayó un anillo de boda de
una mujer, lo que le permite ya formar una teoría del móvil del caso, mientras
que Lestrade supuso que el asesino pudo haber sido una mujer, y lo relaciona
con la inscripción de la pared de la palabra Rache, sin más dice que: ”
trataron de escribir la palabra Rachel”, pero no toma en cuenta ni con qué
material está escrito, ni el tipo de caligrafía que se usó y mucho menos la
altura a la que está escrita la palabra. Sherlock lo correlaciona con los
indicios ya obtenidos y después de una observación minuciosa , este hallazgo de
la palabra solo sirve para confirmar sus teorías, como son la altura del
asesino, que tiene uñas largas y con un temperamento emocional y rubicundo,
además de que sirve para darse cuenta que es solo una estratagema para desviar
la atención de la policía sobre el móvil, ya considerado privado y no político, pues la palabra Rache,
significa castigo en alemán, descartando
de antemano la suposición de Lestrade.
Esta es la primera hipótesis que lanza el
detective Holmes en base a lo observado hasta ese momento: Se ha cometido un asesinato y el asesino fue un hombre. Ese hombre tenía más de seis pies de altura
(usando la estadística en nueve de cada diez casos es posible determinar la
estatura por la largura de los pasos), es
joven (pues como ya había mencionado, un hombre que ha entrado en la edad
madura y de agotamiento no daría semejante zancada ni aún con su estatura), de pies pequeños para lo alto que es, calzaba
botas toscas de puntera cuadrada (por la impresión de las botas en la
arcilla) y fumaba un cigarro de
Trichinipoly (hipótesis a la que llegó por haber hecho la recolección de
cenizas, mismas que eran de color negro y formaban escamillas, y siendo él un
experto en esta rama, pues menciona que hasta escribió un artículo de los tipos
de cenizas que genera cada cigarro o
tabaco, y para llegar a esas conclusiones, obviamente hizo uso del método
científico, esto es, observación, experimentación, hipótesis y conclusiones). Llegó a
este lugar con la víctima en un coche de cuatro ruedas, del que tiraba un
caballo calzado con tres herraduras viejas y una nueva en su pata derecha
delantera (mismo caballo que por las huellas en la arcilla se movió de un
lado a otro, cosa que no hubiera ocurrido si el cochero hubiera estado
presente). Hay grandes posibilidades de que el asesino fuera un hombre de cara
rubicunda y con un temperamento emocional y sanguíneo (esto lo afirma al ver las
manchas de sangre que hay en la casa, que coinciden con las huellas del hombre
que usa botas de puntera cuadrada, pues una persona con ese tipo de
temperamento, al encontrarse excitado por esa emoción violenta suele sangrar de
la nariz) y que tenía notablemente largas las uñas de los dedos de la mano
derecha (por la ligera raspadura que le hizo al revoco de la pared al escribir con el dedo y tener las uñas
crecidas). Lo envenenaron ( y probablemente se le haya obligado a tomar el
veneno, lo deduce por la expresión de la cara y la postura del cuerpo, esta
aseveración la hace porque sabe que las personas que mueren por
enfermedad cardíaca o causa natural no tienen esa expresión en el rostro, es
decir, por exclusión, recordando que no sería la primera vez, y para muestra
los casos de Dolsky en Odesa, y de
Leuterier, en Montpellier; además porque no presenta ninguna tipo de herida, y claro está por el olor
agrio que oliscó de la boca del cadáver). Respecto a la hipótesis de la escritura de la palabra
Rache, que el asesino escribió en la pared que estaba perfectamente iluminada
por la vela que se encontraba en el lugar, para hacer creer que se trataba de
un ajuste de cuentas de una organización o secta secreta, es decir un móvil político, Sherlock ofrece esta hipótesis para
descartarla: los asesinos por motivos
políticos, en cuanto cumplen su objetivo, se dan a la fuga, y por las
huellas dejadas en la habitación por el asesino concluye que éste estuvo
presente de principio a fin, además de que la tipografía que usó no coincide
con alguien que es de origen alemán, por
el contrario, lo quiso hacer tan perfecto la apariencia de un móvil político
que solo brinda mayor fuerza la teoría de un móvil privado, y el anillo
constituye una evidencia idónea de ese móvil, ya de antemano se había
descartado que hubiera sido por un robo, pues se encontraban todas y cada una
de las pertenencias del señor Enoch J. Drebber, incluida su cartera, reloj de
oro, libros, cadenas, etc).
Hasta
aquí, Holmes ha seguido tanto el método inductivo y deductivo, apoyándose en
técnicas de investigación propias de la criminalística de campo, como el
resguardo del lugar de los hechos, recolección y análisis de indicios, todo
esto con base en estudios que él mismo había realizado o de los que tenía
conocimientos por constituir parte de anales o estadística criminal, dando
muestras de su enorme bagaje de conocimientos en dichas materias y formación
científica. Mientras que Scotland Yard ha hecho todo lo contrario, descuidó los
alrededores y la escena del crimen, no inspeccionaron debidamente el cadáver,
lo cual indica una falta grave de las técnicas criminalísticas y un total
desconocimiento de los casos precedentes, situación que les llevará a ambos
detectives, Gregson y Lestrade a obtener premisas que les conducirán a
conclusiones equivocadas, y que sólo servirán para obtener evidencia que
apoyará y reforzará las hipótesis formuladas
por el detective Holmes.
Podemos
decir, citando a Watson, que “hasta los
actos más insignificantes de Sherlock tendían todos hacía una finalidad
concreta y práctica”.
Después
de lanzar esta teoría, y con datos suficientes para creer fundadamente en el móvil del asesinato, se dirige a la
oficina de telégrafos más cercana, con objeto de obtener más información acerca
d Enoch J. Drebber, preguntando a la Jefatura de policía de Cleveland (pues
entre las pertenencias encontradas al occiso había información que indicaba que procedía de esta ciudad
estadounidense) acerca de la vida
personal de Drebber, misma que le contestará que efectivamente, había
solicitado la protección de la Ley en contra de un señor llamado Jefferson Hope, un antiguo rival amoroso, y que éste se encontraba en Europa. En este punto Scotland Yard también actúo
descuidadamente, pues en lugar de haber telegrafiado preguntando estos datos
tan importantes lo dejó pasar por completo, aún a petición de Sherlock de que
lo volviera a hacer, el detective Gregson se ofendió y señaló que lo que se
tenía que preguntar se había preguntado, actuando de manera omisa y negligente
en la obtención de información tan importante.
Otro
punto a favor de la investigación exhaustiva de Sherlock Holmes se da en
obtener la prueba testimonial del policía que descubrió el cadáver, pues no hay
como los datos obtenidos de primera mano, a diferencia de la policía de
Scotland Yard, que se limitaron a recibir el informe escrito que presentaría
John Rance (policía que hizo el hallazgo del cadáver) en el departamento de policía al día
siguiente. Lo que es más, en dicho
interrogatorio, el detective Holmes comprobará que efectivamente el asesino es
un hombre alto, de cara rubicunda, que merodeaba el lugar a la hora en que se
cometió el asesinato de Drebber, y como
dato adicional a sus premisas, sabe que usa un gabán de color pardusco y que
efectivamente el anillo es muy importante , y siendo que Holmes ya sospecha que
el asesino es el propio cochero que conducía el carro de alquiler, se atreve a preguntarle
a John Rance si el hombre que describe como un borracho que encontró en el
jardín de la casa número 3 de la calle de los Jardínes de Lauriston llevaba un
látigo, pues es conocido que este instrumento lo usan los cocheros de Londres. ¡Fantástico y genial!
Conociendo
estos datos, solo faltan pocas pero fundamentales evidencias que
comprobarán de forma contundente la
hipótesis de Holmes, y son: el agente a
través del cual se dio muerte a Drebber, esto es, el veneno; y por supuesto, el presunto asesino, de quien
ya se tenía su nombre por la contestación que dio la Jefatura de Policía de
Cleveland.
Sherlock Holmes se ayudó de su Cuerpo de policía detectivesca
de Baker Steet, que no eran sino “mozalbetes
que se meten por todas partes y lo escuchan todo, agudos como agujas, y a quienes lo único que les faltaba era organización”, con objeto de que le ayudaran a
localizar a Jefferson Hope, pues ya
tenía tanto el nombre como el conocimiento de que se encontraba en Europa y que
era cochero, y por sus deducciones, sabía que,
para no despertar sospechas, seguiría ejerciendo dicha actividad, y
además, ¿qué mejor manera de seguir a
alguien, sin ser descubierto, que siendo
cochero público en la ciudad?, y también
tenía la seguridad de que no se había cambiado de nombre, pues no había nada
que le hiciera sospechar que había sido descubierto y por lo tanto no habría
razón de sentirse amenazado en un país en donde nadie le conocía.
Y mientas el “novato” detective Sherlock, ya tenía todos estos
elementos, Gregson dirigió su
investigación hacia Arthur Charpentier, subteniente de las fuerzas navales de
su majestad, en razón del sombrero que encontraron junto al cadáver (fabricado
por John Underwood, quien le proporcionó la dirección en que se alojaba Drebber
en Londres, es decir, en la casa de la madre y hermana de Charpentier) y lo
detienen con base en conjeturas como haberle encontado en posesión del garrote
con el que le haría pagar la grave ofensa que Drebber le hizo a la hermana del joven Charpentier. A pesar de que no tenía elementos para encerrar al joven subteniente
de las fuerzas navales, Gregson lo apresa con elementos de convicción sacados
de contexto, pues supone que Charpentier golpeó a Drebber en la boca del
estómago causándole la muerte, y aún más, arrastró el cadáver, cuando no había ningún
tipo de señal de que lo hubieran arrastrado, y desacreditando otros indicios
como la vela, la sangre, y el anillo, mencionando que todas esas evidencias eran ardides para lanzar a la policía por una
pista falsa. Es decir, hizo una
deficiente investigación y apreciación
de las evidencias que le llevaron a una
conclusión igual de errónea.
Y mientras esto ocurría, Lestrade se fue a la
búsqueda del secretario de Drebber, Joseph Stangerson, en otra línea de investigación totalmente equivocada, pues
Stangerson también había sido asesinado
en el Hotel Reservado de Halliday, sin embargo, su actuación sirvió para
obtener evidencias que reforzarían las
deducciones de Holmes, por ejemplo, el testimonio de un lechero describe al
asesino de Stangerson, misma descripción que corresponde a la dada por Sherlock
del asesino de Drebber, por lo que Gregson se da cuenta de su terrible error en
el encarcelamiento de Arthur Charpentier, y por su parte, Lestrade también se
da cuenta de su equivocación en el seguimiento de las pistas del asesino de Drebber. Sin embargo, proporcionará el último eslabón
en las conjeturas realizadas por Sherlock, pues entre lo que se encontró junto
al cadáver de Stangerson, estaba una
cajita de ungüento que contenía dos
píldoras, mismas que contenían el veneno, y a las que Lestrade ni siquiera les
había tomado la menor importancia y sólo por casualidad las había llevado
consigo.
El
caso estaba completo.
El
asesino de Enoch J Drebber era el
cochero Jefferson Hope, por motivos
personales. Le privó de la vida
obligándole a ingerir el veneno contenido en una pequeña cápsula soluble en
agua. El asesinato del secretario de Drebber, Joseph Stranger, si bien no era
previsible, sirvió para la obtención de los medios de prueba necesarios que
solo confirmarían la hipótesis de Holmes. Sólo restaba atraparlo, y para
hacerlo se ayudó del cuerpo detectivesco de Baker Street, quienes le llevaron
al mismísimo Jefferson Hope, a la casa de Holmes y Watson, quienes con ayuda de
Gregson y Lestrade pudieron someter para llevarlo a juicio, auque el
estallamiento de un aneurisma impidió que esto sucediera. Sin embargo, el caso estaba ya resuelto.
Holmes
usó siempre una secuencia lógica que le
permitió encontrar elementos que sólo confirmarán
su primera suposición. Usa la deducción
e inducción en los casos en que es necesario, pues este tipo de razonamientos
le permitirán enmarcar los hechos, de manera cronológica y sistemática, según
sea necesario y conveniente, apoyándose de los medios de prueba, como
documentales históricas, testimoniales, interrogatorios, exhortos de ayuda a
otras autoridades, la reconstrucción de hechos y aún de la investigación
criminalística de campo y de laboratorio.
Sir
Arthur Conan Doyle explica increíblemente bien, en boca del detective Sherlock Holmes, el tipo de razonamiento que usa para resolver
los casos, al mencionar que: “pocas
personas tienen la capacidad para razonar hacia atrás, pues por cada persona
que sabe analizar, hay cincuenta que saben razonar por síntesis […] muchas personas si les describes una serie de
hechos, anunciarán cuál va a ser el resultado, pues coordinan los hechos en su
cerebro y deducen las consecuencias. Pero otras pocas tienen el resultado y son
capaces de extraer de lo más hondo de su propia conciencia los pasos que condujeron
a tal resultado, esto es pensar hacia atrás, o sea analíticamente.”
Y esa es la forma de razonar que usó Sherlock
(y que nunca pudieron comprender y ejercer los detectives Gregson y
Lestrade, de Scotland Yard), que le llevó a resolver de manera brillante y en
tan poco tiempo el “intrincado y complejo” caso del asesinato de Enoch J.
Drebber en Estudio en Escarlata.
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