sábado, 5 de agosto de 2017

ANÁLISIS DE "ESTUDIO EN ESCARLATA", DE SIR ARTHUR CONAN DOYLE

ANÁLISIS DE ESTUDIO EN ESCARLATA DE SIR ARTHUR CONAN DOYLE

Estos son los pasos que siguió Sherlock Holmes, detective privado, dotado de una notable agudeza mental,  para desentrañar el crimen, en apariencia misterioso y sin ninguna  pista para su esclarecimiento, ocurrido en una casa abandonada, la casa número 3  de la calle de los Jardines de Lauriston.
Después de una labor de convencimiento por parte de Watson, Holmes  ocurre al lugar de los hechos a pedido expreso del detective Tobías Gregson, quien pertenece a la policía de Scotland Yard, al igual que Lestrade, quien con anterioridad había acudido en busca de ayuda con Holmes para exponerle algún caso que investigaba.
Quiero hacer notar el seguimiento que da Holmes a la investigación, pues aplica lo que se conoce en el campo de la Criminalística como las técnicas metodológicas para la observación y registro del lugar de los hechos, así como de inducciones y deducciones propias de una investigación científica, mismas que  en ningún momento observaron los detectives de Scotland Yard. Veamos:
 Al enterarse de los hechos acaecidos, no sentó teorías, pues como bien expone, no disponía de suficientes datos y al carecer de ellos su juicio podría verse sesgado en determinado sentido.
 A diferencia de la policía de Scotland Yard,  se detuvo un centenar de yardas antes de llegar a la casa y  terminó, junto a Watson, su viaje a pie, observando que el suelo de arcilla y grava de la calle se había convertido en un auténtico barrio de pisadas por la lluvia del día anterior y por el ir y venir de la policía que ya se encontraba en el lugar, es decir, no hubo una protección adecuada del lugar por parte de Scotland Yard, y mucho menos una inspección y recolección de datos, por lo que complicaron un poco las observaciones de Holmes, sin embargo, éste pudo (gracias a su habilidad observadora, al uso de conocimientos previos, o como él dice, el arte de la interpretación y observación de huellas,  y un uso contundente de la lógica)  determinar que había  huellas dejadas en el piso, tanto por un carruaje que determina como tipo  de alquiler (por el tipo de impresión dejada en la arcilla por las ruedas del coche),  como de un caballo, que tenía tres herraduras viejas y una nueva (situación que deduce porque tres de las impresiones de las patas tienen bordes poco marcados y una de ellas, la de la pata delantera derecha, es muy fuerte  en comparación con las otras) ,  y de  las pisadas de varios hombres, destacando las de dos personas que eran diferentes a la de los policías que investigaban el lugar de los hechos,  situación que observó de tal manera que pudo determinar el tipo de bota que usaban dos personas que habían estado presentes en la noche que ocurrieron los hechos, así como los movimientos que realizaron dichas personas, una de botas de charol y otra de botas de puntas cuadradas, como por ejemplo, decir que la persona de botas de charol bordeo un charco que se encontraba en el  jardín, mientras que la persona de botas de punta cuadrada de una zancada pudo librar el charco, deduciendo de esto la estatura de ese individuo y hasta su posible edad, pues al ofrecer más adelante la explicación de esas conjeturas a James Watson, le menciona que un individuo de esa estatura, aproximadamente seis pies de alto, no daría esas zancadas si estuviera en una edad madura.  Es decir, además de proteger el lugar, realmente realizó una inspección ocular no solo de la escena del crimen, sino de los alrededores, y esto trajo como consecuencia la elaboración de premisas y silogismos que conforme avance  la investigación reforzarán la teoría que ya se ha formado Sherlock Holmes. Y mientras esto sucedía en la cabeza del detective privado, los detectives de Scotland Yard ni siquiera tuvieron cuidado de preservar la escena del  crimen, pues, como menciona Gregson “tuvieron tanto que hacer en el interior de la casa que le confió a Lestrade que cuidara ese detalle”, y hasta cierto punto, al hacerles notar Sherlock Holmes esta falta de cuidado, se molestan y no le da la más mínima importancia, ciñéndose  su inspección solamente a la casa, y de ésta, sólo a la habitación en que hallaron el cadáver de Enoch J Drebber.
Al entrar y ver el cadáver de Enoch  J. Drebber  (de quien sabían el nombre por habérsele encontrado tarjetas de presentación con ese nombre, señalando que era procedente de Cleveland, Ohio, en Estados Unidos de América),  presta mucha atención a los detalles que de él puede obtener, tales como la postura retorcida y forzada, el rictus mortis o expresión de horror, hasta de odio que tenía en su cara, la vestimenta, especialmente las botas que coinciden con las huellas dejadas en la calle y que él determinó como las huellas de las botas de charol, es decir, ¡tenía ante él al dueño de dichas pisadas!, por lo que estaba comprobando su correcta observación y deducción.  Pero no se conforma con hacer esa conjetura,  pues aún hay mucho por resolver, por lo que continúa haciendo la inspección del cadáver, percibiendo  inclusive el olor agrio que se desprende de la boca del occiso, y que el cuerpo  no presenta ningún tipo de herida, a pesar de la sangre que se encontraba en el piso, así como las pertenencias que le son encontradas, mismas cosas que le sugieren una hipótesis que irá corroborando  conforme se va allegando de más elementos de convicción. A diferencia de Lestrade y Gregson recuerda y usa información de otros casos parecidos, pues le son útiles para sentar un precedente que le permita orientar su actuar, tales circunstancias le recuerdan la muerte de Van Jansen, de Utretch, ocurrida en el año treinta y cuatro, mientras que aquellos no tenían ni idea del caso. En esta inspección  al cadáver, podemos darnos cuenta que Sherlock sigue usando el método deductivo, y aún más, está ya confirmando algunas de sus observaciones anteriores.  En tanto que Scotland Yard ni siquiera está tomando como fuente para realizar sus  pesquisas los casos de crímenes sonados, y que constan en los anales criminales de la policía.
 Al mover el cadáver, cayó un anillo de boda de una mujer, lo que le permite ya formar una teoría del móvil del caso, mientras que Lestrade supuso que el asesino pudo haber sido una mujer, y lo relaciona con la inscripción de la pared de la palabra Rache, sin más dice que: ” trataron de escribir la palabra Rachel”, pero no toma en cuenta ni con qué material está escrito, ni el tipo de caligrafía que se usó y mucho menos la altura a la que está escrita la palabra. Sherlock lo correlaciona con los indicios ya obtenidos y después de una observación minuciosa , este hallazgo de la palabra solo sirve para confirmar sus teorías, como son la altura del asesino, que tiene uñas largas y con un temperamento emocional y rubicundo, además de que sirve para darse cuenta que es solo una estratagema para desviar la atención de la policía sobre el móvil, ya considerado privado  y no político, pues la palabra Rache, significa castigo en alemán,  descartando de antemano la suposición de Lestrade.
 Esta es la primera hipótesis que lanza el detective Holmes en base a lo observado hasta ese momento: Se ha cometido un asesinato y el asesino fue un hombre.   Ese hombre tenía más de seis pies de altura (usando la estadística en nueve de cada diez casos es posible determinar la estatura por la largura de los pasos), es joven (pues como ya había mencionado, un hombre que ha entrado en la edad madura y de agotamiento no daría semejante zancada ni aún con su estatura), de pies pequeños para lo alto que es, calzaba botas toscas de puntera cuadrada (por la impresión de las botas en la arcilla) y fumaba un cigarro de Trichinipoly (hipótesis a la que llegó por haber hecho la recolección de cenizas, mismas que eran de color negro y formaban escamillas, y siendo él un experto en esta rama, pues menciona que hasta escribió un artículo de los tipos de cenizas que genera  cada cigarro o tabaco, y para llegar a esas conclusiones, obviamente hizo uso del método científico, esto es, observación, experimentación, hipótesis y conclusiones).  Llegó a este lugar con la víctima en un coche de cuatro ruedas, del que tiraba un caballo calzado con tres herraduras viejas y una nueva en su pata derecha delantera (mismo caballo que por las huellas en la arcilla se movió de un lado a otro, cosa que no hubiera ocurrido si el cochero hubiera estado presente).  Hay grandes posibilidades de que el asesino fuera un hombre de cara rubicunda y con un temperamento emocional  y sanguíneo (esto lo afirma al ver las manchas de sangre que hay en la casa, que coinciden con las huellas del hombre que usa botas de puntera cuadrada, pues una persona con ese tipo de temperamento, al encontrarse excitado por esa emoción violenta suele sangrar de la nariz)  y que tenía notablemente largas las uñas de los dedos de la mano derecha (por la ligera raspadura que le hizo al revoco de la  pared al escribir con el dedo y tener las uñas crecidas).  Lo envenenaron ( y probablemente se le haya obligado a tomar el veneno, lo deduce por la expresión de la cara y la postura del cuerpo,  esta  aseveración la hace porque sabe que las personas que mueren por enfermedad cardíaca o causa natural no tienen esa expresión en el rostro, es decir, por exclusión, recordando que no sería la primera vez, y para muestra los casos de  Dolsky en Odesa, y de Leuterier, en Montpellier; además porque no presenta ninguna  tipo de herida, y claro está por el olor agrio que oliscó de la boca del cadáver).  Respecto a la hipótesis de la escritura de la palabra Rache, que el asesino escribió en la pared que estaba perfectamente iluminada por la vela que se encontraba en el lugar, para hacer creer que se trataba de un ajuste de cuentas de una organización o secta secreta, es decir un  móvil político,  Sherlock ofrece esta hipótesis para descartarla: los asesinos por motivos políticos, en cuanto cumplen su objetivo, se dan a la fuga, y por las huellas dejadas en la habitación por el asesino concluye que éste estuvo presente de principio a fin, además de que la tipografía que usó no coincide con alguien que  es de origen alemán, por el contrario, lo quiso hacer tan perfecto la apariencia de un móvil político que solo brinda mayor fuerza la teoría de un móvil privado, y el anillo constituye una evidencia idónea de ese móvil, ya de antemano se había descartado que hubiera sido por un robo, pues se encontraban todas y cada una de las pertenencias del señor Enoch J. Drebber, incluida su cartera, reloj de oro, libros, cadenas, etc).
Hasta aquí, Holmes ha seguido tanto el método inductivo y deductivo, apoyándose en técnicas de investigación propias de la criminalística de campo, como el resguardo del lugar de los hechos, recolección y análisis de indicios, todo esto con base en estudios que él mismo había realizado o de los que tenía conocimientos por constituir parte de anales o estadística criminal, dando muestras de su enorme bagaje de conocimientos en dichas materias y formación científica. Mientras que Scotland Yard ha hecho todo lo contrario, descuidó los alrededores y la escena del crimen, no inspeccionaron debidamente el cadáver, lo cual indica una falta grave de las técnicas criminalísticas y un total desconocimiento de los casos precedentes, situación que les llevará a ambos detectives, Gregson y Lestrade a obtener premisas que les conducirán a conclusiones equivocadas, y que sólo servirán para obtener evidencia que apoyará y reforzará las hipótesis formuladas  por el detective Holmes.
Podemos decir, citando a Watson, que “hasta los  actos más insignificantes de Sherlock tendían todos hacía una finalidad concreta y práctica”.
Después de lanzar esta teoría, y con datos suficientes para creer fundadamente  en el móvil del asesinato, se dirige a la oficina de telégrafos más cercana, con objeto de obtener más información acerca d Enoch J. Drebber, preguntando a la Jefatura de policía de Cleveland (pues entre las pertenencias encontradas al occiso había información que indicaba que  procedía  de esta ciudad estadounidense)  acerca de la vida personal de Drebber, misma que le contestará que efectivamente, había solicitado la protección de la Ley en contra de un señor llamado Jefferson  Hope, un antiguo rival amoroso,  y que éste se encontraba en Europa.  En este punto Scotland Yard también actúo descuidadamente, pues en lugar de haber telegrafiado preguntando estos datos tan importantes lo dejó pasar por completo, aún a petición de Sherlock de que lo volviera a hacer, el detective Gregson se ofendió y señaló que lo que se tenía que preguntar se había preguntado, actuando de manera omisa y negligente en la obtención de información tan importante.
Otro punto a favor de la investigación exhaustiva de Sherlock Holmes se da en obtener la prueba testimonial del policía que descubrió el cadáver, pues no hay como los datos obtenidos de primera mano, a diferencia de la policía de Scotland Yard, que se limitaron a recibir el informe escrito que presentaría John Rance (policía que hizo el hallazgo del cadáver)  en el departamento de policía al día siguiente.  Lo que es más, en dicho interrogatorio, el detective Holmes comprobará que efectivamente el asesino es un hombre alto, de cara rubicunda, que merodeaba el lugar a la hora en que se cometió el asesinato de Drebber,  y como dato adicional a sus premisas, sabe que usa un gabán de color pardusco y que efectivamente el anillo es muy importante , y siendo que Holmes ya sospecha que el asesino es el propio cochero que conducía el carro de alquiler, se atreve a preguntarle a John Rance si el hombre que describe como un borracho que encontró en el jardín de la casa número 3 de la calle de los Jardínes de Lauriston llevaba un látigo, pues es conocido que este instrumento lo usan los cocheros de Londres.  ¡Fantástico y genial!
Conociendo estos datos, solo faltan pocas pero fundamentales evidencias que comprobarán  de forma contundente la hipótesis de Holmes,  y son: el agente a través del cual se dio muerte a Drebber, esto es, el veneno;  y por supuesto, el presunto asesino, de quien ya se tenía su nombre por la contestación que dio la Jefatura de Policía de Cleveland.

Sherlock  Holmes  se ayudó de su Cuerpo de policía detectivesca de Baker Steet,  que no eran sino “mozalbetes que se meten por todas partes y lo escuchan todo, agudos como agujas, y  a quienes lo único que les faltaba era  organización”, con objeto de que le ayudaran a localizar a  Jefferson Hope, pues ya tenía tanto el nombre como el conocimiento de que se encontraba en Europa y que era cochero, y por sus deducciones, sabía que,  para no despertar sospechas, seguiría ejerciendo dicha actividad, y además,  ¿qué mejor manera de seguir a alguien,  sin ser descubierto, que siendo cochero  público en la ciudad?, y también tenía la seguridad de que no se había cambiado de nombre, pues no había nada que le hiciera sospechar que había sido descubierto y por lo tanto no habría razón de sentirse amenazado en un país en donde nadie le conocía.
 Y mientas el “novato”  detective Sherlock, ya tenía todos estos elementos,  Gregson dirigió su investigación hacia Arthur Charpentier, subteniente de las fuerzas navales de su majestad, en razón del sombrero que encontraron junto al cadáver (fabricado por John Underwood, quien le proporcionó la dirección en que se alojaba Drebber en Londres, es decir, en la casa de la madre y hermana de Charpentier) y lo detienen con base en conjeturas como haberle encontado en posesión del garrote con el que le haría pagar la grave ofensa que Drebber  le hizo a la hermana del  joven Charpentier.  A pesar de que no tenía  elementos para encerrar al joven subteniente de las fuerzas navales, Gregson lo apresa con elementos de convicción sacados de contexto,  pues supone que  Charpentier golpeó a Drebber en la boca del estómago causándole la muerte, y aún más,  arrastró el cadáver, cuando no había ningún tipo de señal de que lo hubieran arrastrado, y desacreditando otros indicios como  la vela, la sangre, y el anillo,  mencionando que todas esas evidencias  eran ardides para lanzar a la policía por una pista falsa.  Es decir, hizo una deficiente investigación  y apreciación de las evidencias que le llevaron  a una conclusión igual de errónea.

 Y mientras esto ocurría, Lestrade se fue a la búsqueda del secretario de Drebber, Joseph Stangerson, en otra línea  de investigación totalmente equivocada, pues Stangerson  también había sido asesinado en el Hotel Reservado de Halliday, sin embargo, su actuación sirvió para obtener  evidencias que reforzarían las deducciones de Holmes, por ejemplo, el testimonio de un lechero describe al asesino de Stangerson, misma descripción que corresponde a la dada por Sherlock del asesino de Drebber, por lo que Gregson se da cuenta de su terrible error en el encarcelamiento de Arthur Charpentier, y por su parte, Lestrade también se da cuenta de su equivocación en el seguimiento de  las pistas del asesino de Drebber.   Sin embargo, proporcionará el último eslabón en las conjeturas realizadas por Sherlock, pues entre lo que se encontró junto al cadáver de Stangerson,  estaba una cajita de  ungüento que contenía dos píldoras, mismas que contenían el veneno, y a las que Lestrade ni siquiera les había tomado la menor importancia y sólo por casualidad las había llevado consigo.
El caso estaba completo.
El asesino de Enoch J Drebber era  el cochero Jefferson Hope, por  motivos personales.  Le privó de la vida obligándole a ingerir el veneno contenido en una pequeña cápsula soluble en agua. El asesinato del secretario de Drebber, Joseph Stranger, si bien no era previsible, sirvió para la obtención de los medios de prueba necesarios que solo confirmarían la hipótesis de Holmes. Sólo restaba atraparlo, y para hacerlo se ayudó del cuerpo detectivesco de Baker Street, quienes le llevaron al mismísimo Jefferson Hope, a la casa de Holmes y Watson, quienes con ayuda de Gregson y Lestrade pudieron someter para llevarlo a juicio, auque el estallamiento de un aneurisma impidió que esto sucediera.  Sin embargo, el caso estaba ya resuelto.
Holmes usó siempre  una secuencia lógica que le permitió  encontrar elementos que sólo confirmarán  su primera suposición. Usa la deducción e inducción en los casos en que es necesario, pues este tipo de razonamientos le permitirán enmarcar los hechos, de manera cronológica y sistemática, según sea necesario y conveniente, apoyándose de los medios de prueba, como documentales históricas, testimoniales, interrogatorios, exhortos de ayuda a otras autoridades, la reconstrucción de hechos y aún de la investigación criminalística de campo y de laboratorio.
Sir Arthur Conan Doyle explica increíblemente bien,  en boca del detective Sherlock Holmes,  el tipo de razonamiento que usa para resolver los casos,  al mencionar que: “pocas personas tienen la capacidad para razonar hacia atrás, pues por cada persona que sabe analizar, hay cincuenta que saben razonar por síntesis […]  muchas personas si les describes una serie de hechos, anunciarán cuál va a ser el resultado, pues coordinan los hechos en su cerebro y deducen las consecuencias. Pero otras pocas tienen el resultado y son capaces de extraer de lo más hondo de su propia conciencia los pasos que condujeron a tal resultado, esto es pensar hacia atrás, o sea analíticamente.”
 Y esa es la forma de razonar que usó Sherlock (y que nunca pudieron comprender y ejercer los detectives Gregson y Lestrade,  de Scotland Yard),  que le llevó a resolver de manera brillante y en tan poco tiempo el “intrincado y complejo” caso del asesinato de Enoch J. Drebber en Estudio en Escarlata.



No hay comentarios:

Publicar un comentario